SEAM REAP. ADIOS


26 de noviembre. Lago Tomle, Siemp Reap y aeropuerto.

Como el día anterior, nos recogen de los primeros ya con las maletas preparadas para marchar. Nos dirigimos al lago Tomle.

En no mucho tiempo llegamos y nos dirigen a las embarcaciones. Comenzamos a surcarlo.

Este lago representa la mayor extensión de agua dulce del sudeste asiático y se ubica en la llanura central del país, formando parte del mayor ecosistema hídrico del sudeste asiático y es objeto de protección como biósfera, declarado como tal por la Unesco. Está alimentado por numerosos cauces procedentes de todas las latitudes, que son, a su vez, un importante medio de transporte en la región central del país.

Es además vital para la economía regional por su riqueza en pesca y la fertilidad de sus riberas para el cultivo del arroz. El lago está asociado además al complejo arqueológico de Angkor Wat.

Durante la estación seca, el lago es más bien pequeño, con 2.590 km² de extensión y apenas un metro de profundidad. Pero durante los monzones ocurre un fenómeno que sólo Camboya y Egipto con el Nilo pueden presenciar: los ríos Sap y Mekong cambian el sentido de la corriente hacia el noroccidente, es decir, devuelven el agua. Este fenómeno se debe a la abundancia de las lluvias que comienzan en junio y terminan hacia diciembre, lo que crea un crecimiento en el volumen de las aguas. Las aguas son literalmente rechazadas por el mar o represadas, por lo que buscan un espacio natural de extensión o retiro y éste es el lago Sap, el cual alcanza en la temporada de lluvias una extensión de 24.605 km², es decir, aumenta más de diez veces su tamaño. Bosques y campos aledaños se convierten literalmente en retiro del lago hasta que la corriente de los ríos normaliza su curso, lo cual es celebrado en Camboya con el Festival del Agua. El fenómeno trae como consecuencia grandes beneficios porque fertiliza las tierras e incrementa la actividad pesquera.

Nuestro viaje termina en una aldea flotante habitada por gente de origen vietnamita que viven de la pesca, y utilizan el agua del lago para bañarse, lavar la ropa o beber.

Nos adentramos por la “calle principal” a cuyos lados se extienden estas curiosas viviendas de madera. Unas parecen flotar sobre enormes bidones y otras parecen construidas sobre el fondo, palafitos. Todas las casas disponen de generadores eléctricos y es difícil ver una que no tenga antena de TV. En el lago hay un colegio que hace las veces de orfanato.

Nos adentramos más en este lago saliendo de este enorme canal para disfrutar de sus interminables vistas que no podemos abarcar con nuestros ojos. Podemos subir al techo del barco para admirar su extensión. Es inabarcable y sus aguas parecen no tener fin.

Desembarcamos en lo que es una granja de cocodrilos. Allí nos dirigen a un espacio a donde nos asomamos y vemos un grupo de cocodrilos que impresiona. Son enormes y podemos ver 30 o 40 unos encima de otros, tomando el sol, algunos con sus terribles mandíbulas abiertas. Impresiona, más, sobrecoge sobre todo si pensamos con qué deben de alimentar a estos monstruos. No quiero pensar en que pueden ser en algunos casos perros. Deben de durar segundos…

Después de esta terrorífica imagen, paseamos por la tienda y nuestro guia nos explica algo de este lago. Una niña duerme dulcemente en una hamaca, de las que hemos visto muchas por el país y que ponen en cualquier sitio, incluso en los tuc tuc. Al lado hay una vacía que pruebo. Y me sorprendo porque aparentemente son cómodas aunque confieso que subir y bajar de ellas no se puede hacer a la ligera y hay que poner cuidado.

Ahora de nuevo embarcamos y regresamos al autocar. Observo los pies del conductor del barco. A la altura del talón tiene una protuberancia redonda del tamaño de una canica grande que debe ser un cayo producido por el roce al conducir este barco.

Y nos devuelven a la ciudad y a los hoteles respectivos informándonos de la hora en la que seremos recogidos para llevarnos al aeropuerto. Partiremos en varios grupos.

A nosotros nos recogerán un poco después de comer así que, dejados en el hotel a media mañana disponemos de varias horas para pasear por la ciudad.

Y decidimos comenzar por una pagoda que está al lado del hotel, la Pread Prom  Rath.

Aunque tiene más de 500 años, Wat Preah Prom Rath es un templo y monasterio de aspecto moderno ubicado en el corazón de Siem Reap.Los terrenos del templo son grandes y contienen varios edificios como una  universidad, así como una sala principal. Una leyenda cuenta que  un famoso monje viajaba en el río cercano cuando los tiburones lo atacaron y el bote se rompió en dos pedazos. El monje escapó en la proa del barco y pronto desembarcó. Los restos del bote fueron tallados en el Buda reclinado que se encuentra en un edificio, el Preah Vihear. Fuera de él hay una estatua que ilustra al monje y su barco.

El conjunto es muy colorido. La brillante pagoda está rodeada de jardines bien cuidados y esculturas decorativas así como estupas variadas.


Paseamos con mucha tranquilidad por el recinto. Es un oasis en el ajetreo y bullicio de la ciudad y solo por pasear por los jardines y descansar en uno de los bancos disfrutando de la paz de lugar, merece la pena unos minutos.







Dejamos esta pagoda para dirigirnos a otra, la Wat Bo por donde estuvimos cenando anoche. La calle Wat Bo, que corre paralela al río Siem Reap, es un área bulliciosa y llena de vida. Junto a lo que parece ser el templo encontramos un colegio que ahora es un hervidero de chicos que entran y salen. Y buscamos la entrada.

Como no la localizamos preguntamos por signos e igualmente, por signos nos indican. Está en un lateral.

Es un complejo grande y es el más antiguo de la ciudad. Parece algo descuidada. Al entrar topamos con un grupo de 4 o 5 jóvenes junto con un monje que nos pregunta de donde somos. Al responder que de España dice que igual que los chicos. El monje nos dice que nos abracemos y besemos lo que hago encantada…pero…recordando que una mujer no debe tocar a un monje budista y menos mal porque de no haberlo sabido y con lo impetuosa que soy yo me hubiera acercado a plantarle un par de besos. Supongo que aterrado se hubiera alejado creando una situación algo incómoda. 


Así que, besé a los chicos…y me alejé convenientemente de nuestro monje. Y creo que el grupo encontró su liberación porque inmediatamente 
nos entregaron el relevo diciendo que tenían que acudir al aeropuerto. Ante el comentario y temiéndome esto les pregunté que si era pesado a lo que contestaron “algo”. En fin. Avisados estábamos.

Así que el monje nos adoptó y decidió acompañarnos en nuestra visita, en lo que él quiso, claro porque luego lei que este templo tiene unos impresionantes murales que no nos enseñó, aunque también es cierto que el tiempo se nos echó encima y tuvimos que decirle que nos teníamos que ir.

No obstante, la visita fue interesante. En un buen inglés que comprendía cuando hablaba más despacio y que iba traduciendo a Angel, nos fue paseando por el lugar.

El templo Wat Bo es el recinto budista más antiguo de la ciudad. Sigue  conservando su estructura original tanto en la parte del santuario como en la del monasterio. Destaca la abundancia en estupas de gente relevante cuyas familias pueden permitirse construir tales santuarios de sepulcro.

Guiados por él nos detuvimos a las puertas de lo que parecía ser el edificio central para descalzarnos y sentarnos un momento a meditar junto a él. Así nos sentamos e imitamos su postura. Nos mantuvimos en silencio unos minutos. Luego nos dijo que al igual que hacemos deporte, deberíamos practicar meditación unos minutos todos los días y nos sentiríamos mejor. Totalmente de acuerdo con él.

Paseamos con tranquilidad por un recinto que parecía muy abandonado contrastando vivamente con lo cuidado que estaba el Preah Prom Rath. Fuimos hasta  lo que era el crematorio y nos acercamos a él siguiendo su invitación. Sinceramente es que el sitio me imponía, pero  para él parecía ser lo más natural del mundo ya que tuvo que “empujarnos” a que nos acercáramos a la propia pira, una especie de altar donde suponemos que pondrían los restos del difunto para ser incinerados.

Paseamos charlando, él contaba y si no se lanzaba a hablar rápido yo le comprendía y cuando no, asentía para no alargar demasiado la visita.  Viendo que aquello podría no tener fin, en un momento determinado le dijimos que teníamos que irnos para comer e ir al aeropuerto para regresar a nuestro país, así que nos acompañó a la salida despidiéndonos de él.  Los demás monjes del recinto no parecían ser tan comunicativos como él.





Visita curiosa, sorprendente e interesante tras la cual teníamos que buscar un sitio donde poder comer. Así que nuevamente nos acercamos a la zona donde estaba el hotel, elegimos un sitio que resultó ser algo mejor que el de la primera noche y después nos acercamos al hotel para darnos un baño en la piscina, ducharnos y prepararnos para el viaje de regreso. Según nuestro guia todos los hoteles estaban preparados para que los turistas que abandonen el hotel en el día puedan ducharse y adecentarse si su vuelo sale tarde.

Así que nos bañamos envidiando las habitaciones que daban al recinto de la piscina, descansamos en las hamacas y después, cercana la hora, nos duchamos y preparamos para el interminable viaje de regreso.

A la hora acordada nos recogieron a nosotros y otra persona del grupo que viajaba sola dejándonos en el aeropuerto a nuestra suerte para pedir asientos, facturar, etc. Ya que según el guia no permitían que ellos entraran.  Pero, nos entendimos bien. Yo pedí pasillo, y nos dieron los asientos separados por el pasillo, pero no nos importó. El viaje de regreso era más largo que el de ida y si aquel había sido pesado, este lo iba a ser mucho más.
Así que de Siem Reap a Hanoi. Aquí espera para conectar con el vuelo hacia Londres. Y después 13 horas de vuelo hasta Londres!. Yo me “chuté” una pastillita e intenté dormir, lo que conseguí la mayor parte del trayecto. Y menos mal.

En Londres, nuestro compañero de viaje, que no hablaba nada de nada de inglés, pierde su vuelo de conexión con Madrid, y también el AVE. Le ponen en el nuestro. Pero tan tranquilo que estaba. 

Del regreso, mencionar que Angel se dejó la tarjeta de embarque al otro lado del control y cuando le pedí al guardia que mirara por favor me dijo que no era asunto suyo. Busqué  otro que sí nos ayudó dándonos la tarjeta.

A la hora indicada embarcamos y dos horas y media después concluyó nuestro periplo por Vietnan y Camboya. Creo que ya al menos por ahora, hemos acabado con el sureste asiático: muchas horas de vuelo. Me quedaría Japón e incluso pienso en Nueva Zelanda, pero lo veo lejano.

Esto me va gustando, me refiero a los largos y lejanos viajes. Y pienso  en el siguiente: posiblemente Costa Rica.  Tres meses después, cuando escrito este breve relato, he comprado los billetes de avión (unos 640 euros cada uno) para ir Madrid-San Jose (costa Rica) del 15 al 30 de noviembre en vuelo DIRECTO, 10 u 11 horas. Queda mucho tiempo, pero ahora, la diferencia en precio con un vuelo de 15 a 18 horas de duración y con 1 conexión es de tan solo 100 euros. Así que, recién terminada una aventura afronto otra, más la corta de Semana Santa a Cantabria y la del verano a, seguramente Alsacia. Entre medias, pequeñitas escapadas. Esto, me da vida y me anima a seguir acercándome a mi jubilación.



Mª Angeles del Valle Blázquez
Boadilla del Monte, Febrero de 2018

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